Uno de los mayores aportes de la inteligencia artificial al diseño gráfico es la automatización de tareas repetitivas y tediosas. Los algoritmos de IA pueden realizar acciones como: el recorte de imágenes, la optimización del tamaño de los archivos, la selección de colores y la corrección de errores comunes de manera eficiente y precisa. Algo en lo que inicialmente se hubieran invertido horas, la IA tiene la capacidad de hacerlo en segundos. Esto permite a los diseñadores centrarse en tareas más creativas y estratégicas, liberando tiempo valioso para la experimentación y la innovación.
Las herramientas basadas en IA pueden procesar grandes volúmenes de datos y generar resultados en cuestión de segundos. Por ejemplo, puede ayudar en la generación automática de variaciones de un diseño, permitiendo al diseñador explorar diferentes opciones rápidamente. Además, los algoritmos de IA pueden analizar y aprender patrones presentes en grandes conjuntos de datos, lo que facilita la creación de diseños coherentes y estéticamente atractivos.